Farmacia de guardia

Posidio va a la farmacia en busca de cartones y, gracias a esta visita, Lourdes abre un mueble en el que encuentra un montón de papeles desordenados y un cajón con una carta enganchada.

Guille vuelve a las andadas y esta vez, por culpa del amor, se ve involucrado en una pelea por Estrellita. Chencho empieza a darle clases de boxeo para que se pueda defender en este mundo como Dios manda.

Chencho y Mateo ponen un ultimátum a Reyes. Se tiene que decidir a cuál de los dos quiere como novio, y para ello, planean un juego limpio.

Fani sufre alucinaciones con un negro grande llamado Zacarias que supuestamente toca una trompeta de oro. A la familia Segura le preocupa que Fani sea una mitómana, pero no todo es lo que parece.

Debido a un incidente con un bate en un cristal, a Guille se le ocurre una forma de ayudar y hacer feliz a la gente: meter poesías en los medicamentos. Fani ayuda a su manera, poniendo dibujitos.

Por la noche, hay una reunión de vecinos en la rebotica. Ninguno se habla con ninguno, nadie quiere prestar la casa y Lourdes es la presidenta. Más que seguro que habrá algún que otro altercado.

Adolfo tiene una cita, así que le pide a Lourdes que le dé una crema para que el forúnculo se cure. Le da unos antibióticos, a sabiendas de que es alérgico a ellos.

Kike, agobiado por su torpeza al volante, vuelve a suspender el examen de conducir, aunque la familia siempre apoyándole. Mientras tanto, Begoña tiene una nueva ilusión, algo que Catalina ya había vaticinado en sus cartas.

Isabel se reencuentra con su mejor amiga del colegio, Clara. A las dos les gustaba el mismo chico, pero resulta que Clara es la que acaba casada con él, además de unos moratones por todo el cuerpo.

Adolfo, sus amigotes y las partidas de póquer se han quedado sin sitio para la partida. Por la noche se meten en la rebotica, junto con un nuevo jugador extranjero que apenas habla.

Al salir del banco un hombre atraca a Lourdes. Asustada por haberse sentido tan indefensa, contrata a un monitor para dar clases de defensa personal, e invita a apuntarse a todas las mujeres del barrio interesadas en ello.

Llega el invierno y los constipados. En el café Barlovento van a cerrar pronto la terraza, y Eugenia, una señora que toca un organillo en la calle, se va a tener que ir.

En el banco de delante de la farmacia, un mimo se ha puesto a trabajar, a pesar del frío que durante horas tiene que soportar. Con las temperaturas bajas acaba enfermo y menos mal que está enfrente de la farmacia.