En 2006, Paul Conroy (Ryan Reynolds), un civil estadounidense que trabaja en Irak, se despierta y se encuentra enterrado en un ataúd de madera con solo un encendedor Zippo y un teléfono BlackBerry a mano. Recibe una llamada de su secuestrador, exigiéndole que pague un rescate de $5 millones a las 9 p.m. o lo dejarán en el ataúd para que muera.