Adriana, al enterarse de que su frívola hermana Patricia, planea dar en adopción a su pequeña hija, decide asumir la custodia de la niña. Obligada por su estrangulada economía familiar, Adriana se presenta en el restaurante del supuesto padre de Tatiana. Pero, cuando ve que el malhumorado y obeso sujeto, piensa que este nunca hubiera podido ser amante de su exigente hermana.