Braquo

Sospechoso de maltratar a un prisionero durante un interrogatorio, el comandante Rossi Vogel es interrogado por la IGS (Asuntos Internos).

No hay tiempo para respirar. Es un periodo doloroso y desgarrador. Afortunadamente, el superintendente jefe de división, que les apoya, aún está por aquí unos días antes de su jubilación. Sin embargo, el grupo empieza a desmoronarse bajo la presión. Roxane, por ejemplo, tiene problemas de conciencia.

Sus vidas pasan a estar dominadas por las mentiras y el deslizamiento por las redes: ¡cualquier cosa con tal de salvar el pellejo! El inspector general Vogel va a por todas con Caplan y sus amigos, con la ayuda del fiscal. Intentan implicarlos en varios casos turbios que se están investigando.

Incapaz de reembolsar sus deudas de juego, Morlighem es secuestrado por una banda de gitanos. Los secuestradores envían fotos de él siendo torturado junto con una nota de rescate. Si quiere reunir el dinero y salvarlo, Caplan no tiene otra opción: debe recurrir a Lemoine. La cuenta atrás ha comenzado... El rufián le encarga un trabajo: ¡una redada en un cajero automático, nada menos!

Caplan está entre la espada y la pared: ha acordado organizar un atraco a un cajero automático con Lemoine para conseguir el dinero del rescate de Morlighem. Pero cuando llega allí, Lemoine no está por ninguna parte y le espera una desagradable sorpresa.

El tiempo apremia y aún no tienen el dinero del rescate de Morlighem, ¡una vez más burlados por Lemoine! Caplan acepta la propuesta de Bordier, que consiste en volver a reclutar a los veteranos de la Unidad de Investigación de Reserva. Se pone en marcha una operación de alto secreto, un último esfuerzo para liberar a Morlighem.

El abogado de Lemoine es encontrado muerto. El fiscal Vanderbeke entrega la investigación a la Oficina Central de Represión del Bandidaje, dirigida por el comandante Marceau, en lugar de a Caplan. Caplan y sus hombres no tienen otra alternativa que echar el guante a Lemoine antes de que lo haga Marceau.

Lemoine es detenido por Marceau: ¡el futuro de la policía de VP está a punto de decidirse, allí mismo, en la sala de interrogatorios! Pero el rufián sólo quiere hablar con Caplan; le ofrece un trato: si le sacan de allí, ¡no dirá ni pío!